El Impacto del Salario Mínimo en la Pobreza y la Desigualdad en México: Un Análisis Económico

El salario mínimo en México es un tema crucial que se entrelaza con la pobreza y la desigualdad social. Este trabajo de investigación explorará cómo los niveles del salario mínimo impactan la calidad de vida de los trabajadores y su capacidad para superar las barreras económicas que perpetúan la pobreza y desigualdad.  Este fenómeno no solo afecta a los trabajadores que perciben este ingreso, sino que también tiene repercusiones en sus familias y comunidades, exacerbando la crisis económica y social que enfrenta México.

Trimestre: 25-I
Módulo: VI
Integrantes:
STILLO AGUSTÍN JULIÁN ARTURO

MONTAÑEZ CEDILLO GAEL SEBASTIÁN

GONZÁLEZ GATICA XIMENA

GUZMAN CAÑETE ERICK

CRUZ REYES JUAN CARLOS
Docente: CHAVEZ MEZA RICARDO ARTEMIO

El siguiente trabajo es realizado por alumnos de la licenciatura en economía en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, cualquier duda o aclaración mandar un correo a: economia@correo.xoc.uam.mx

Índice

  • INTRODUCCIÓN
  • ANTECEDENTES
    • CONCEPTO DE SALARIO Y SALARIO MÍNIMO
    • RESUMEN HISTÓRICO DEL SALARIO MÍNIMO
    • SALARIO ACTUAL Y VARIACIONES
  • DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y GASTO EN MÉXICO
    • INGRESO Y GASTO POR HOGAR (ENIGH)
    • CANASTAS Y LÍNEAS DE POBREZA Y POBREZA EXTREMA (CONEVAL)
    • DECILES DE POBREZA (INEGI)
  • ANÁLISIS
    • DIMENSIÓN DE LA DESIGUALDAD
    • CALIDAD DE VIDA
  • CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
  • BIBLIOGRAFÍA

Introducción

El salario mínimo en México es un tema crucial que se entrelaza con la pobreza y la desigualdad social. Este trabajo de investigación explorará cómo los niveles del salario mínimo impactan la calidad de vida de los trabajadores y su capacidad para superar las barreras económicas que perpetúan la pobreza y desigualdad.  Este fenómeno no solo afecta a los trabajadores que perciben este ingreso, sino que también tiene repercusiones en sus familias y comunidades, exacerbando la crisis económica y social que enfrenta México.

Desde su establecimiento en 1934, el salario mínimo ha sido objeto de debate y análisis, especialmente en relación con su capacidad para satisfacer las necesidades básicas de la población. A pesar de los incrementos nominales, el poder adquisitivo real ha disminuido, lo que ha llevado a que muchas familias se vean obligadas a recurrir a múltiples fuentes de ingreso para sobrevivir.

El salario mínimo es la cantidad mínima de dinero que un empleador está legalmente obligado a pagar a sus trabajadores. Actualmente, el salario mínimo general en México es de 8,364.00 pesos mexicanos mensuales, lo que equivale a 278.80 pesos (MXN) diarios. En la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), el salario mínimo es más alto, con un monto de 12,596.4 pesos (MXN)  mensuales o 419,88 pesos (MXN) diarios.

La Ley Federal del Trabajo es clara respecto a la definición y alcance del salario mínimo: este debe ser suficiente para cubrir las necesidades básicas de los hogares y permitir su recreación. No obstante, indicadores relevantes como las líneas de pobreza y pobreza extrema definidas por el CONEVAL evidencian lo distante que está el salario mínimo de cumplir con los requisitos establecidos por la LFT. Esta brecha se amplía aún más si se considera el promedio de 3.43 personas por hogar en México, según datos de la ENIGH 2022.

Por ello este estudio es elaborado con la intención de responder a la cuestión: 

¿Cuál es la relación del salario mínimo con la pobreza y la desigualdad en México?

Según estimaciones del Banco Mundial, el PIB per cápita de México en 2023 fue de 23,408.53 pesos mexicanos mensuales (al tipo de cambio correspondiente). Esta cifra, junto con el ingreso del noveno decil que es de 19,503.98 pesos mensuales por persona, establece un rango que podría permitir a las personas vivir de manera adecuada y contribuir a una mejor distribución del ingreso.

Sin embargo, según datos de la ENIGH, al menos el 90% de las personas que conforman los hogares mexicanos perciben ingresos promedio inferiores a los 19,503.98 pesos (MXN) mensuales.

Estos niveles de ingreso serán suficientes para cubrir de manera digna los gastos esenciales en vivienda, alimentación, educación, salud, vestimenta y recreación, derechos fundamentales que toda persona debería poder ejercer. Así lo respaldan datos estadísticos del INEGI y del CONEVAL.

En México existe un importante problema de desigualdad, derivado de una distribución inadecuada de la riqueza, como lo demuestra la ENIGH 2022. El ingreso promedio mensual por persona (sin considerar si pertenece o no a la Población Económicamente Activa) en el primer decil es de 1,303.30 pesos mexicanos. Para el noveno decil, esta cifra asciende a 9.802,33 pesos (MXN), y para el décimo decil, alcanza los 19.503,98 pesos (MXN).

La incapacidad del salario mínimo para cubrir incluso una canasta básica ha llevado a un aumento en la pobreza extrema. Las familias que dependen de este ingreso se encuentran en una situación de vulnerabilidad, donde el acceso a alimentos, educación y servicios básicos se ve comprometido.

La brecha entre los salarios de los trabajadores y los ingresos de los altos ejecutivos se ha ampliado, reflejando una estructura económica que favorece a una minoría. Este trabajo analizará cómo el salario mínimo, en su función de herramienta redistributiva, ha fallado en su propósito, contribuyendo a la perpetuación de la desigualdad en el país.

 ANTECEDENTES

 CONCEPTO DE SALARIO Y SALARIO MÍNIMO

El salario es la retribución que el patrón debe pagar al trabajador por la prestación de sus servicios. Este puede establecerse por unidad de tiempo, por unidad de obra, por comisión, a precio alzado o mediante cualquier otra modalidad. En el caso del salario por unidad de tiempo, debe especificarse claramente dicha naturaleza, de forma que ambas partes —patrón y trabajador— pueden convenir el monto, siempre y cuando este sea remunerador. Además, se podrá fijar un pago por hora de trabajo, siempre que no se exceda la jornada máxima legal y se respeten plenamente los derechos laborales y de seguridad social correspondientes a la plaza en cuestión. En ningún caso, el ingreso que perciba un trabajador bajo esta modalidad deberá ser inferior al salario equivalente a una jornada diaria completa.

El salario se compone de los pagos hechos en efectivo por cuota diaria, así como de gratificaciones, percepciones, primas, comisiones, habitación, prestaciones en especie y cualquier otro beneficio o prestación que se otorgue al trabajador como compensación por su labor. Esto significa que el salario no solo debe ser suficiente, sino también justo y conforme a lo establecido por la Ley Federal del Trabajo. Por tanto, para determinar su importe deben considerarse tanto la cantidad como la calidad del trabajo realizado. (Justicia México, 2025).

El concepto de salario mínimo en México tiene su origen en la Constitución de 1917, específicamente en el artículo 123, fracción VI, que lo define como un ingreso suficiente para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias. Asimismo, la fracción VIII establece que este salario no puede ser embargado ni sujeto a descuentos, lo cual garantiza cierta protección frente a abusos o prácticas injustas.

La Ley Federal del Trabajo, en su artículo 90, refuerza este principio al mencionar:

“El salario mínimo es la cantidad menor que debe recibir en efectivo el trabajador por los servicios prestados en una jornada de trabajo.
El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.
Se considera de utilidad social el establecimiento de instituciones y medidas que protejan la capacidad adquisitiva del salario y faciliten el acceso de los trabajadores a la obtención de satisfactores.” (Art. 90, LFT).

Este marco legal e institucional destaca la importancia del salario como instrumento fundamental para garantizar el bienestar de los trabajadores. No se trata simplemente de exigir “más”, sino de reclamar que el producto del trabajo sea suficiente para sostener una vida digna.

En este sentido, si existen regulaciones claras para establecer un ingreso mínimo que cubra las necesidades básicas, resulta indispensable analizar cómo se distribuye actualmente el ingreso y el gasto por hogar en el país. Este análisis no solo permite evaluar el cumplimiento de dichas normas, sino también dimensionar la desigualdad económica que persiste en muchos sectores de la población.

Complementariamente, el seguimiento del poder adquisitivo del salario frente al aumento del costo de vida, la inflación y los cambios en los patrones de consumo debe formar parte de una política pública integral orientada a la justicia social. Garantizar un salario justo no solo tiene implicaciones económicas, sino también sociales y éticas ya que representa el reconocimiento al valor del trabajo humano y al derecho de todas las personas a una vida digna.

RESUMEN HISTÓRICO DEL SALARIO MÍNIMO EN MÉXICO

Para comprender la situación actual del salario mínimo, es necesario revisar el contexto histórico; por ello, en esta sección se incluyen fragmentos del archivo general de la nación.

Según documentos del Archivo General de la Nación (AGN), en el México de finales del siglo XIX y principios del XX, no existía un entorno favorable para los trabajadores del campo ni para los obreros urbanos. Las condiciones laborales eran marcadamente injustas: ausencia de prestaciones, jornadas extenuantes, salarios ínfimos y prácticas que atentaban contra la libertad de los trabajadores. Un ejemplo emblemático fue el uso generalizado de las tiendas de raya. durante el Porfiriato (1876-1911). Estas tiendas, administradas por los propios patrones, vendían productos básicos a precios inflados, lo que obligaba a los trabajadores a endeudarse crónicamente. Estas deudas, además, eran heredables, perpetuando un ciclo de pobreza y dependencia que rayaba en la esclavitud moderna.

Este contexto de explotación e injusticia generó el ambiente propicio para el surgimiento de movimientos sociales, huelgas y levantamientos armados. Un caso notable fue la publicación del manifiesto del Partido Liberal Mexicano en 1906, encabezado por los hermanos Flores Magón y publicado en su periódico Regeneración , donde se denunciaba:

“Gracias a la dictadura de Porfirio Díaz, que pone el poder al servicio de todos los explotadores del pueblo, el trabajador mexicano ha sido reducido a la condición más miserable; en dondequiera que preste sus servicios, es obligado a desempeñar una dura labor de muchas por un diario de unos cuantos centavos…”

A pesar de estos esfuerzos, durante mucho tiempo no se logró concretar ninguna mejora sustancial. No fue sino hasta 1915, en medio de la Revolución Mexicana, cuando se desarrolló por primera vez el “acuerdo de salarios mínimos”, gracias a la presión de la clase obrera aliada con el Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza. Dos años después, en 1917, la Asamblea Constituyente incorporó estas demandas a la nueva Carta Magna. Así nació el artículo 123 constitucional, que por primera vez en la historia de México reconoció los derechos laborales y facultó al Congreso ya los estados para legislar en materia de trabajo.

Fue hasta 1933, durante el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, que se inició oficialmente el primer salario mínimo para jornaleros. Al año siguiente, en 1934, entró en vigor el primer salario mínimo en México, el cual —ajustado a valores actuales— equivaldría a tan solo $0.0015 pesos mexicanos. Aunque simbólico, este fue un paso fundamental en la construcción de un sistema laboral más justo.

Desde entonces, la historia del salario mínimo ha sido una historia de avances ganados mediante la organización y la lucha colectiva. La discusión más reciente, centrada en la propuesta de reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, continúa esta tradición de reclamaciones obreras.

La evolución del salario mínimo en México demuestra que los cambios a favor de los trabajadores han sido el resultado de una resistencia constante frente a estructuras profundamente desiguales. Este instrumento legal no garantiza por sí solo condiciones óptimas de vida, pero representa una base esencial sobre la cual el trabajador puede construir un proyecto de vida digno. Un salario justo no solo marca la diferencia entre la subsistencia y la pobreza, sino también entre la desesperanza y la posibilidad de contribuir al desarrollo de una sociedad más humana y equitativa.

SALARIO ACTUAL Y VARIACIONES

Aunque desde la década de 1930 México estableció oficialmente el salario mínimo, no fue sino hasta años recientes que este instrumento adquirió un papel central en la política laboral y comenzó a operar conforme al espíritu establecido en la Ley Federal del Trabajo (LFT). Históricamente, el salario mínimo había presentado incrementos muy por debajo del ritmo de la inflación y del crecimiento del costo de vida, lo que lo convirtió, durante décadas, en un monto simbólico más que en una verdadera garantía de bienestar.

Los aumentos al salario mínimo previos al sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018–2024) fueron limitados. Por ejemplo, entre 2012 y 2018, periodo en el que gobernó el presidente Enrique Peña Nieto, el Salario Mínimo General (SMG) pasó de $62.33 a $88.04 pesos (MXN) diarios, un aumento nominal que no correspondía con el deterioro del poder adquisitivo. En ese contexto, el salario mínimo era insuficiente para cubrir siquiera las necesidades básicas de un trabajador, mucho menos las de su familia.

Sin embargo, durante el sexenio de López Obrador, se implementaron incrementos significativos al SMG. Este pasó de $88.36 diarios en 2018 a $248.93 diarios en 2024, lo que representa un crecimiento de casi el 181%. Además, se creó una política diferenciada para la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), con el objetivo de reducir la desigualdad regional. En esta zona, el salario mínimo aumentó de $176.72 a $374.89 pesos mexicanos diarios en el mismo periodo.

A finales de 2024, ya bajo el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, se anunciaron nuevos ajustes salariales que entraron en vigor el 1 de enero de 2025. El salario mínimo general se fijó en $278.80 diarios, mientras que para la ZLFN se estableció en $419.88 diarios, lo que representa un incremento del 12% respecto al año anterior. Además, se reforzó constitucionalmente la disposición que establece que el salario mínimo debe aumentar por encima de la inflación anual, como mecanismo para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores.

De cara al futuro, uno de los objetivos planteados por la presidenta Sheinbaum es que, hacia el año 2030, el salario mínimo mensual sea suficiente para adquirir más de 2.5 canastas básicas alimentarias y no alimentarias. Esta meta, según estimaciones de medios como El Sol de México (Luis Romero, 2024), implicaría un salario mínimo mensual entre $11,300 y $11,500 (MXN).

Como se ha mencionado, el salario mínimo es mucho más que una cifra: es una herramienta clave para garantizar condiciones de vida dignas. Dado que en la mayoría de los hogares mexicanos el salario es la principal fuente de ingresos, su relevancia es enorme. Según datos de la ENIGH 2022, el ingreso por trabajo representó en promedio el 65.7% del ingreso total de los hogares. Por lo tanto, un salario más elevado tiene un impacto directo en la calidad de vida, el acceso a servicios y oportunidades, y la reducción de la pobreza y la desigualdad.

A continuación, se presenta un tabulador que muestra la evolución del Salario Mínimo General en México desde el año 2000 hasta 2025, en la cual se puede observar con claridad el cambio de tendencia y el crecimiento sostenido durante el último sexenio.

fuente del tabulado: 

https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/988910/_ndice_de_Salario_M_nimo_Real_Marzo_2025.pdf

El salario, junto con las transferencias, constituye en promedio el 82.9% del ingreso total de los hogares. La importancia de monitorear el crecimiento del salario radica en lo crucial que es para los hogares contar con ingresos suficientes para asegurar una vida digna.

Se han identificado variaciones interesantes en relación con los salarios medios en el país. La principal causa de este fenómeno parece ser, de manera inevitable, el salario mínimo. Los incrementos anuales constantes durante el último sexenio han tenido un impacto directo sobre los salarios medios, presionándolos a subir, y es importante destacar que este aumento ha superado la inflación anual. A continuación, se presenta la gráfica de Data México para ilustrar este fenómeno:

La línea más alta, de color gris, representa a los funcionarios, directores y jefes, quienes perciben un salario aproximado de $12,600 . La línea roja indica a los profesionales y técnicos, con un salario de $8,200 . La línea amarilla, etiquetada como “México”, representa a la población ocupada en general, que gana $6,200 . Justo detrás de la línea amarilla, se encuentra una línea gris que corresponde a los trabajadores auxiliares en actividades administrativas, también con un salario de $6,000 . Finalmente, la línea gris ubicada por debajo de las anteriores representa a los comerciantes, empleados en ventas y agentes de venta, quienes perciben un salario de $4,800 .

Los datos son aún más específicos al analizar el sector formal e informal, donde se observa un incremento prácticamente alineado con el salario mínimo en el sector formal (lo cual puede explicarse por la obligación de pagar por encima de esa base), y un aumento más moderado en el sector informal.

La interpretación de esta gráfica es similar a la anterior, la diferencia es el sector, ahora se denota el formal. Sin embargo, en esto podemos notar dos líneas grises casi superpuestas, lo que indica que el salario de los comerciantes y trabajadores auxiliares es aproximadamente el mismo, oscilando entre los $5,000 y $6,000. Esto refleja un notable aumento en el salario de los comerciantes.

En el sector informal se puede observar que el salario que se recibe en promedio es inferior incluso que el salario mínimo en el país, aunado a que en este sector se carece de prestaciones de ley como la seguridad social, vacaciones y demás prestaciones. 

Durante el tercer trimestre de 2024, el salario promedio mensual en el sector informal fue de 4,730 pesos, correspondiente a una población ocupada informal de 32.5 millones de personas. Esta cifra representa una diferencia de 2,737.90 pesos por debajo del salario mínimo mensual vigente , y una brecha de 1,800 pesos con respecto al salario promedio mensual registrado en el cuarto trimestre de 2017, cuando había 30.2 millones de trabajadores informales.

Aunque se observa un incremento en los ingresos promedio dentro del sector informal a lo largo del tiempo, estos siguen estando muy por debajo del salario mínimo general (SMG) , lo cual es preocupante dada la enorme cantidad de personas que dependen de esta fuente de ingreso para subsistir.

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y GASTO EN MÉXICO

La distribución del ingreso y del gasto en México refleja profundas desigualdades económicas y sociales. A pesar de los esfuerzos en políticas públicas, programas sociales y aumentos graduales del salario mínimo, la concentración del ingreso sigue siendo una característica estructural del país.

Según datos del INEGI y la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, el 10% de los hogares con mayores ingresos se concentra aproximadamente el 33.9% del ingreso total nacional, mientras que el 10% más pobre apenas accede al 1.9%. Esto evidencia una fuerte disparidad en la distribución de la riqueza, que se traduce en diferencias significativas en las condiciones de vida, el acceso a oportunidades y la calidad de los servicios públicos.

 INGRESO Y GASTO POR HOGAR (ENIGH)

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) es una fuente fundamental para analizar la estructura económica de los hogares en México. Ofrece información detallada sobre las fuentes de ingreso, los niveles de gasto y las condiciones de vida de las familias mexicanas. La edición más reciente, correspondiente al año 2022, revela importantes hallazgos sobre la realidad económica de los hogares en el país.

Ingreso corriente total por hogar

En 2022, el ingreso corriente promedio trimestral por hogar fue de $63,695 pesos (MXN), lo que equivale aproximadamente a $21,231 pesos (MXN) mensuales. Este ingreso incluye:

  • Ingresos por trabajo (72,6%)
  • Transferencias (12,5%), que incluyen remesas, programas sociales, pensiones, becas, entre otros
  • Renta de la propiedad (3.6%)
  • Otros ingresos corrientes (11,3%), como donativos, utilidades o préstamos familiares

Sin embargo, la distribución de estos ingresos no es equitativa. El 10% de los hogares con mayores ingresos percibió en promedio $176,799 pesos (MXN)  trimestrales, mientras que el 10% más pobre apenas alcanzó $5,313 pesos (MXN), mostrando una marcada desigualdad.

Gasto corriente monetario por hogar

El gasto corriente monetario promedio trimestral por hogar fue de $39,965 pesos (MXN), es decir, alrededor de $13,322 pesos (MXN) mensuales. La mayor parte de este gasto se concentró en:

  • Alimentos, bebidas y tabaco (37,7%)
    Transporte y comunicaciones (19,1%)
    Educación y esparcimiento (13.5%)
  • Vivienda y servicios (12,1%)
  • Salud (3,6%)

Los hogares de menores ingresos destinan hasta el 50% o más de su gasto en alimentos, mientras que los hogares con mayores ingresos pudieron destinar una mayor proporción a salud, educación y entretenimiento, reflejando una brecha en el acceso a bienes y servicios de desarrollo.

Otros datos que podemos concluir con base a las gráficas son:

Gráfica 2 y 3

El ingreso corriente mensual es de 21,231 pesos y la mayor fuente de ingresos proviene del trabajo y las transferencias de ahí la importancia de los salarios. 

Gráfica 5

La gráfica muestra la gravedad de la desigualdad en la distribución del ingreso corriente, al evidenciar que, durante el año 2022, el ingreso del décimo decil (31.7%) fue equivalente al ingreso combinado de los primeros seis deciles. También se observa que esta proporción ha variado muy poco a lo largo del tiempo.

Gráfica 6 y Gráfica 7

En las tablas de ingresos por deciles (urbano y rural), la diferencia entre estas dos zonas varía entre un 56 % y un 75 % en cada decil. Por ejemplo, entre el primer decil urbano y rural existe una diferencia de ingresos de aproximadamente el 75 %, mientras que entre el décimo decil urbano y rural la diferencia es del 56 %. En cualquier decil, el ingreso es mayor en las zonas urbanas debido a condiciones económicas (como la concentración de empleos, la capacitación y la educación de los trabajadores) y geográficas (como el nivel de infraestructura disponible en cada zona). 

Gráfica 1

Fuente: ENIGH 2022.

Gráfica 2

Gráfica 3

Fuente: ENIGH

Gráfica 4

Fuente: ENIGH 2022

Gráfica 5

Gráfica 6

Gráfica 7

Fuente: ENIGH 2022

Gráfica 8

Gráfica 9

Gráfica 10

Gráfica 11

Fuente: ENIGH 2022

CANASTAS Y LÍNEAS DE POBREZA Y POBREZA EXTREMA (CONEVAL)

Un elemento clave para dimensionar los niveles de pobreza en México son las canastas alimentarias. Estas canastas representan un conjunto de productos y alimentos que instituciones como el CONEVAL han definido como esenciales para satisfacer las necesidades mínimas de nutrición de la población. 

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) es el organismo encargado de medir la pobreza en México con base en metodologías rigurosas y criterios técnicos. Uno de los principales enfoques que utiliza es la medición de la pobreza por ingresos , la cual se establece a partir de dos líneas fundamentales:

  • Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI): Equivale al valor mensual de la canasta alimentaria por persona .Quienes se ubican por debajo de esta línea no pueden adquirir los alimentos necesarios para una nutrición adecuada, incluso si destinarán todo su ingreso exclusivamente a ese fin.
  • Línea de Pobreza por Ingresos (LPI): Incluye el valor de la canasta alimentaria más la canasta no alimentaria (bienes y servicios básicos como salud, transporte, vivienda, educación y vestido). Las personas con ingresos inferiores a esta línea, aunque logren alimentarse, no pueden satisfacer otras necesidades esenciales.

De acuerdo con CONEVAL (2025), estas líneas permiten identificar distintos grados de pobreza y evaluar el acceso real de la población a un nivel mínimo de bienestar.

Las canastas alimentarias y no alimentarias representan, en términos generales, umbrales mínimos de gasto promedio, y su valor se utiliza como referencia para comparar con los ingresos de los hogares mexicanos. Esta comparación es esencial para calcular los porcentajes de pobreza, así como para elaborar diagnósticos, análisis de vulnerabilidad y otros estudios sociales y económicos (CONEVAL, 2020).

Canasta Alimentaria

La Canasta Alimentaria se construye a partir de una metodología desarrollada en 2009 y publicada ese mismo año. A través de este enfoque, se determinan los productos, sus cantidades y tamaños que, en promedio, podrían satisfacer las necesidades mínimas de seguridad alimentaria por persona y por mes.

Es importante aclarar que el propio CONEVAL señala que esta canasta no debe interpretarse como una recomendación nutricional ni como una garantía de bienestar integral. Su propósito principal es servir como herramienta técnica para el análisis de pobreza y bienestar social.

El valor monetario de esta canasta se calcula multiplicando los productos que la integran por sus precios, los cuales son publicados por el INEGI a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Además, otras instituciones como la PROFECO pueden encargarse del monitoreo de precios al consumidor final, lo que complementa y valida estos datos.

CONEVAL considera dos versiones distintas de la Canasta Alimentaria: una para zonas urbanas y otra para zonas rurales, lo cual responde a las diferencias en hábitos de consumo, disponibilidad de productos y requerimientos energéticos entre ambas regiones. La evolución de sus valores puede observarse en la gráfica que se presenta a continuación.

Esta información resulta fundamental para realizar estimaciones sobre los niveles de pobreza y bienestar social. Comparar los ingresos de los hogares con el valor de la Canasta Alimentaria permite determinar el porcentaje de la población que se encuentra por debajo de la línea de pobreza por ingresos.

Asimismo, esta medición se relaciona con los objetivos en materia de salario mínimo impulsados ​​por la administración actual, que busca alcanzar un ingreso suficiente para cubrir más de 2.5 canastas básicas por hogar hacia el año 2030.

En total, la metodología del CONEVAL considera 222 productos para la Canasta Alimentaria Urbana y 221 productos para la versión Rural. Estas listas están construidas a partir de los productos más consumidos, tomando en cuenta ajustes técnicos que permiten establecer los mínimos indispensables para una alimentación suficiente y equilibrada según el contexto territorial.

Para el mes de febrero de 2025, que corresponde a la actualización más reciente, la línea de pobreza extrema se ubicó en $1,787.63 (MXN) mensuales por persona en zonas rurales y en $2,364.01 (MXN) en zonas urbanas. Considerando un hogar promedio de 3.43 personas, el ingreso mínimo requerido para cubrir únicamente las necesidades alimentarias sería de $6,435.47 (MXN)  en zonas rurales y $8,510.44 (MXN) en zonas urbanas.

Canasta No Alimentaria

La Canasta Alimentaria más la No Alimentaria es la base para determinar la Línea de Pobreza en México , según la metodología del CONEVAL. Esta línea representa el umbral de ingreso mínimo que una persona debe percibir para cubrir no solo sus necesidades alimentarias básicas, sino también ciertos bienes y servicios esenciales no alimentarios, indispensables para una vida digna.

En otras palabras, cuando una persona o un hogar cuenta con un ingreso suficiente para cubrir tanto la Canasta Alimentaria como una Canasta No Alimentaria , se considera que está por encima de la línea de pobreza. Si sus ingresos no alcanzan para cubrir ambas, pero sí la alimentaria, se clasifica como en pobreza moderada extrema. Si no alcanza ni siquiera para cubrir la canasta alimentaria, se encuentra en extrema pobreza.

La Canasta No Alimentaria incluye rubros fundamentales como:

  • Transporte
  • Limpieza y cuidados del hogar
  • Educación, cultura y recreación.
  • Comunicaciones y servicios para vehículos.
  • Vivienda y servicios de conservación.
  • Prendas de vestir, calzado y accesorios.
  • Cristalería, blancos y utensilios domésticos.
  • Cuidados de la salud
  • Servicios domésticos y mantenimiento de la vivienda
  • Artículos de esparcimiento
  • Cuidados personales
  • Otros gastos esenciales

Estos conceptos se determinan con base en patrones de consumo observados en las encuestas de ingresos y gastos de los hogares, y su valor monetario se actualiza regularmente con base en los precios reportados por el INEGI, especialmente a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).

Cuando se suman los valores de los bienes y servicios incluidos en ambas canastas —la alimentaria y la no alimentaria— se obtiene el valor total de la Línea de Pobreza por Ingresos, la cual permite evaluar con mayor precisión el nivel de bienestar económico de la población.

A continuación, se muestra una gráfica con los valores actualizados de esta línea de pobreza, que permite observar su evolución en el tiempo y su impacto en el análisis de la pobreza en el país.

En la última actualización, el valor de la línea de pobreza alcanzó $3,340.21 (MXN) para las zonas rurales y $4,666.65 (MXN) para las zonas urbanas. Para un hogar promedio en México (de 3.43 personas), el ingreso necesario para cubrir estas necesidades y mantenerse, al menos, por encima de esta línea de pobreza sería de $12,024.76 (MXN) en zonas en zonas rurales y $16,766.94 (MXN) en zonas urbanas.

 DECILES DE POBREZA (INEGI)

El INEGI clasifica por deciles el nivel de pobreza de toda la población, es decir, se ordena cada décima parte de la población, de menor a mayor, de acuerdo con su nivel de ingresos; la décima parte más pobre forma parte del Decil I; la décima parte menos pobre consolida el Decil X.

La institución se encarga también de localizar e identificar las fuentes por las cuales los miembros de cada decil perciben ingresos y en qué magnitud, lo cual permite hacer un análisis más completo sobre las posibles condiciones de desigualdad. De igual forma, existen datos sobre el gasto corriente de cada hogar de cada decil, permitiéndonos identificar algunos patrones o datos relevantes sobre las condiciones de vida, y por ello, de bienestar, de cada uno de los diez deciles.

INGRESO PROMEDIO MENSUAL POR DECILES DE POBREZA EN PESOS MEXICANOS(HOGAR Y POR PERSONA)
DECILHOGARPERSONA
I4,470.331,303.40
II7,473.372,178.91
III9,733.672,837.80
IV11,982.333,493.39
V14,4474,211.95
VI17,3085,046.06
VII20,8046,065.31
VIII25,578.677,457.34
IX33,6229,802.33
X66,898.6719,503.98

Fuente: INEGI

El orden anterior nos muestra de forma general, sin ponderación alguna, el ingreso en promedio que tienen los hogares y las personas al mes. Considerando que según el PIB per cápita para el año 2023 fue de 23,408.53 pesos al mes, en promedio la mayoría de la población percibe menos que eso. Es importante aclarar esa situación, ya que, si bien el PIB per cápita puede ser un indicador que nos habla del bienestar de las personas (en teoría, entre más alta sea la cantidad, mejor indicador para el país), cuando vemos los números con más precisión, lo que realmente sucede es que una pequeña parte del decil más rico concentra la mayoría de la riqueza.

 En consecuencia y a sabiendas de la desigualdad, se hace necesario identificar de dónde provienen los ingresos de cada uno de los deciles, como se muestra a continuación:

Haciendo nuevamente una comparación directa entre el decil I y el decil X, observamos que:

·         El decil X obtiene porcentualmente más ingreso proveniente del trabajo que el decil I

·  El decil I obtiene porcentualmente más ingreso proveniente de transferencias en comparación con el decil X

·         Aunque en porcentaje el decil I tiene más ingreso por transferencias, el decil X (con el mismo promedio de integrantes por hogar) recibe 15,723 pesos (MXN) mensuales por hogar, una diferencia de 13,690.33 pesos (MXN) para los 2,032.67 pesos (MXN) mensuales por hogar que recibe el decil I, ambos por el mismo concepto

·         El decil que más depende de su trabajo es el decil VII

·         El decil que menos depende de su trabajo es el decil I (se muestra una relación casi directa entre las dificultades de encontrar empleo para las personas de este decil, al igual que los salarios precarios que reciben, y su relación con el empleo informal)

·         Entre más alto sea el decil, menos porcentaje de transferencias reciben, sin embargo, en términos de dinero, reciben más los que más tienen

·         Se puede decir que entre más alto sea el decil, más obtienen por renta de propiedad, lo cual puede establecer una relación entre quien más ingreso tiene, más propiedades tiene también

·         El decil X tiene en promedio casi el doble del ingreso que el decil IX

·         Incluso dentro del decil X, el promedio de ingreso por persona al mes, es inferior que el valor del PIB per cápita

Aunque se señalan las relaciones anteriores, que son el resultado del análisis de los datos presentados por la ENIGH 2022, se resalta el hecho de que no son todas las condiciones de desigualdad que existen. Se pueden encontrar más de estas condiciones, al analizar cada dato en particular. 

Al mismo tiempo, la primera tabla nos muestra cómo es que  menos del 10% de la población total del país, acaparan la mayor parte de la riqueza del país.

 ANÁLISIS

 Dimensión de la Desigualdad

Como se ha señalado anteriormente, la desigualdad en los ingresos en México es abismal, y esta brecha se hace aún más pronunciada cuando hablamos de las zonas rurales .

En 2023, el PIB per cápita de México fue de 23,408.53 pesos (MXN) mensuales, lo que significa que, de acuerdo con esta cifra, ni siquiera el décimo decil alcanza a percibir ingresos superiores a ese monto. Esto implica que más del 90% de la población no puede disfrutar de una calidad de vida adecuada.Es decir, de los 128.889.708 mexicanos, menos del   10% (aproximadamente 12,888,971 de mexicanos),concentran la mayor parte de la riqueza del país.

Si comparamos esto con el salario mínimo general (SMG) actual, que es de 8,364.00 pesos (MXN), y el ingreso promedio mensual por persona, que es de 6,541.40 pesos mexicanos ( según la PEA – Población Económicamente Activa, no necesariamente ocupada), resulta evidente que existe una enorme desigualdad. A pesar de que México es la 12ª economía más grande del mundo en 2023, según el Banco Mundial , la distribución de la riqueza sigue siendo extremadamente desigual.

Incluso si un hogar tiene dos personas que perciben el salario mínimo, el ingreso mensual sería de 16,728.00 pesos mexicanos, lo cual sigue siendo inferior al valor ideal por persona para alcanzar una calidad de vida digna, basado en el PIB per cápita mencionado.

Este panorama es sumamente preocupante. Si solo una de cada diez personas en promedio puede alcanzar una calidad de vida adecuada, nos enfrentamos a un problema estructural que requiere de un enfoque multidimensional para ser solucionado. No basta con un solo recurso o estrategia.

Como hemos visto previamente, el 65.7% del ingreso de los hogares proviene de salarios , lo que resalta su peso específico dentro de la estructura económica del país. Esto implica que los programas sociales y transferencias económicas son complementos necesarios, y muy probablemente representan una parte esencial para que los hogares puedan acceder a bienes y servicios básicos. Estos programas no solo son una red de apoyo, sino que se han vuelto indispensables ante la desigualdad estructural.

 Calidad de vida

La calidad de vida se refiere a la percepción que una persona tiene de su bienestar  y posición en la vida. Es un concepto dinámico y subjetivo , ya que depende de la experiencia personal de cada individuo. Según el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN, 2017) , la calidad de vida abarca tanto los aspectos objetivos como subjetivos del bienestar, y se construye a partir de factores físicos, emocionales, sociales y materiales.

La calidad de vida puede medirse en varios dominios que afectan directamente el bienestar de una persona:

  • Bienestar físico : incluye la salud, seguridad física y el acceso a servicios de salud adecuados.
  • Material de bienestar las posesiones materiales: se refiere a aspectos como la vivienda, alimentos, transporte y las posesiones materiales.
  • Bienestar social : involucra las relaciones interpersonales y el apoyo social.
  • Desarrollo y actividad : abarca la educación, la productividad, la posibilidad de contribuir a la sociedad y el desarrollo personal.
  • Bienestar emocional : tiene que ver con la autoestima, la relación de una persona consigo misma y su entorno, y, en muchos casos, la espiritualidad o la religión.

Factores que pueden afectar la calidad de vida

Existen diversos factores que impactan la calidad de vida, tanto de forma directa como indirecta. Algunos de estos factores son:

  • Guerras, revoluciones, violencia política y persecución .
  • Migraciones : debido a factores como crisis o inseguridad en los países de origen.
  • Crisis económica : afecta el empleo y el poder adquisitivo de las personas.
  • Revoluciones tecnológicas : alteran el tipo de trabajo y las habilidades necesarias.
  • Cambios en las dinámicas de empleo :la automatización o la precarización laboral.
  • Catástrofes naturales : pueden destruir viviendas y comunidades.
    Cambios de gobierno : alteran las políticas públicas y la estabilidad económica.
  • Enfermedades, dolencias y accidentes laborales:  reducen la capacidad productiva y afectan la salud.

Si bien muchos de estos factores alteran de manera categórica el bienestar de los individuos, al menos cinco de ellos pueden mitigarse o compensarse mediante el acceso a recursos financieros. En este sentido, el dinero, que mayoritariamente proviene del trabajo, juega un papel crucial en mejorar la calidad de vida de las personas y enfrentar adversidades.

El papel del salario en la calidad de vida.

Aunque no se trata solo de la cantidad de ingreso, la base salarial de una persona es fundamental para asegurar un nivel mínimo de bienestar. Un salario adecuado no solo contribuye a cubrir las necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la salud y la educación, sino que también ofrece la posibilidad de afrontar circunstancias adversas, como una crisis económica o una enfermedad, y poder acceder a servicios y productos necesarios para una vida digna.

Por lo tanto, aunque el ingreso por sí mismo no garantiza bienestar, en un sistema económico basado en el intercambio y la productividad, tener acceso a los recursos económicos es clave para asegurar una vida plena y satisfactoria.

Pobreza multidimensional

Aunque este apartado se encuentra fuera del tema principal de este trabajo, es importante mencionar el concepto de pobreza multidimensional. A lo largo de esta investigación hemos llegado a varias conclusiones, entre ellas que la pobreza no debe abordarse desde un solo enfoque, sino que debe ser atendida considerando sus distintas dimensiones para lograr soluciones más efectivas. En México, el CONEVAL incorpora este concepto en su metodología de medición de la pobreza, utilizando diversos indicadores, entre los cuales se encuentran:

  1. Ingreso corriente per cápita:
    De acuerdo con el CONEVAL, el ingreso corriente total mensual se considera bajo si es menor al valor de la canasta básica completa. Asimismo, se considera muy bajo si está por debajo del costo de la canasta alimentaria.
  2. Rezago educativo:
    Una persona no se considera carente si está en edad escolar y asiste a clases regularmente.
  3. Acceso a los servicios de salud:
    Se considera que no hay carencia si la persona recibe atención médica a través de instituciones como el IMSS o el ISSSTE.
  4. Acceso a la seguridad social:
    Las personas económicamente activas deben contar con prestaciones como:
    • Acceso al IMSS o ISSSTE
    • Estar inscritas a una AFORE
    • Tener cobertura por incapacidad laboral
  5. Calidad y espacios en la vivienda:
    No se considera carente si la vivienda cuenta con:
    • Techo de losa de concreto
    • Paredes de block u otro material resistente
    • Ocupación de menos de 2.5 personas por cuarto
  6. Acceso a los servicios básicos en la vivienda:
    Se considera que no hay carencia si la vivienda dispone de:
    • Luz eléctrica
    • Drenaje
    • Agua entubada
  7. Acceso a la alimentación:
    Este indicador se evalúa con base en la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), la cual considera si, en los últimos tres meses, y por falta de dinero u otros recursos, los hogares:
    • Tuvieron una alimentación poco variada
    • Dejaron de desayunar, comer o cenar
    • Comieron menos de lo necesario
    • Se quedaron sin comida
    • Sintieron hambre pero no comieron
    • Comieron solo una vez al día o no comieron durante todo un día
  8. Grado de cohesión social:
    Este indicador evalúa el nivel de integración, participación y apoyo mutuo entre los miembros de una comunidad o sociedad.

 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Conclusión

El análisis del salario mínimo en México pone en evidencia un problema estructural que afecta a gran parte de la población, aunque en los últimos años se han registrado incrementos significativos en el salario mínimo, este sigue siendo insuficiente para cubrir las necesidades básicas de la mayoría de los hogares mexicanos. Esta insuficiencia no solo limita el acceso a bienes y servicios esenciales, sino que también refleja y profundiza la desigualdad socioeconómica que existe entre los diferentes deciles de ingreso. La brecha entre los sectores más pobres y los más ricos es amplia y persistente, y se manifiesta tanto en contextos urbanos como rurales, resaltando altos niveles de pobreza y exclusión social.

Uno de los aspectos más preocupantes es que, a pesar de los esfuerzos legislativos y las políticas públicas orientadas a mejorar el ingreso mínimo, persiste un desajuste considerable entre la población y el costo de las canastas básicas alimentaria y no alimentaria. Esto significa que, para millones de mexicanos, el salario mínimo no alcanza para cubrir ni siquiera los productos y servicios más elementales para una vida digna. La canasta básica, que incluye solo los productos mínimos necesarios para la alimentación, deja fuera otros gastos esenciales como vivienda, transporte, educación y salud, lo que agrava la vulnerabilidad económica de quienes dependen de estos ingresos.

Gran parte de la población no es plenamente consciente de la magnitud de la desigualdad, en parte porque se reproduce y se mantiene a través de rezagos en educación, acceso limitado a servicios básicos y carencias en otros aspectos fundamentales de la vida diaria. Como consecuencia, millones de personas viven en condiciones de pobreza, enfrentando dificultades constantes para satisfacer sus necesidades básicas. Esta situación no solo afecta su bienestar inmediato, sino que también limita sus oportunidades de desarrollo y movilidad social.

Por otro lado, existe una pequeña fracción de la población que cuenta con ingresos muy superiores al salario mínimo y que no enfrenta las mismas preocupaciones para acceder a bienes y servicios. Esta minoría tiene la capacidad económica para satisfacer sus necesidades básicas y más allá, lo que contribuye a mantener y ampliar la brecha de desigualdad. La concentración del ingreso en los deciles más altos contrasta con la precariedad salarial que afecta a la mayoría, evidenciando un sistema económico que favorece la acumulación de riqueza en pocos y deja a muchos en condiciones de vulnerabilidad.

Aunque se observa una leve tendencia al alza en los salarios promedio, impulsada en parte por los incrementos en el salario mínimo, estos aumentos no son suficientes para equilibrar la balanza de la desigualdad. Para lograr un impacto real, será necesario que los próximos gobiernos implementen políticas económicas progresistas que no sólo incrementen los salarios, sino que también promuevan una distribución más equitativa del ingreso y un acceso más amplio a servicios básicos.

La investigación también revela que la mayoría de la población, al menos el 50%, gana un salario precario que no alcanza para cubrir una alimentación básica adecuada, mucho menos para asegurar una vivienda digna. La comparación entre los salarios y el costo de las canastas básicas muestra que muchas personas solo pueden adquirir una parte de la canasta alimentaria. Esto es un indicador claro de la insuficiencia del salario mínimo y de la precariedad económica que enfrentan millones de mexicanos.

Además, el análisis por deciles muestra diferencias claras en los patrones de gasto. Los deciles más bajos destinan la mayor parte de sus ingresos a la alimentación, mientras que los deciles más altos gastan más en vivienda y otros servicios, reflejando no solo diferencias en ingresos, sino también en calidad de vida y acceso a bienes y servicios. Esta diferencia en el consumo es una manifestación de la desigualdad económica y social que atraviesa al país.

Finalmente, se observa que los deciles más altos son los que experimentan mayores variaciones porcentuales en sus ingresos, tanto en incrementos como en disminuciones, en comparación con los salarios más bajos, que permanecen relativamente estancados. Esto indica que la volatilidad y las oportunidades de mejora económica están concentradas en los sectores más privilegiados, mientras que los sectores vulnerables enfrentan una estabilidad precaria y limitada.

Recomendaciones 

  • Incrementar el salario mínimo de forma progresiva: Es fundamental continuar aumentando el salario mínimo de manera que no solo supere la inflación, sino que permita a los trabajadores cubrir más de 2.5 canastas básicas, como se proyecta para 2030. Este ajuste debe estar respaldado por políticas públicas integrales que fomenten la productividad y el empleo formal.
  • Fortalecer programas sociales y redistributivos: Los programas que complementan el ingreso de los hogares en situación de pobreza, como subsidios y transferencias directas, deben ampliarse y garantizar su efectividad. Su enfoque debe ser multidimensional, abordando la pobreza desde diversas perspectivas, no solo económicas.
  • Reducir la desigualdad estructural: Es fundamental impulsar reformas fiscales que promuevan una distribución más equitativa de la riqueza, acompañadas de inversiones estratégicas en educación, salud y desarrollo social para romper el ciclo de la pobreza. Un ejemplo concreto sería la creación de escuelas de nivel medio superior en zonas rurales, que formen a jóvenes con una educación de calidad y les brinden mayores oportunidades de acceso al mercado laboral, mejorando así sus ingresos y calidad de vida.
  • Fomentar el empleo formal: Para combatir la precariedad laboral en el sector informal, es necesario implementar incentivos fiscales y laborales que promuevan la formalización del empleo y garanticen el acceso a prestaciones sociales, como la seguridad médica y la jubilación. Una estrategia efectiva sería ofrecer programas o cursos que informen y capaciten a los empresarios de pequeñas empresas sobre el sistema tributario, ayudándolos a comprender sus obligaciones y derechos. Además, el gobierno debería incentivar el consumo en estos negocios por medio de promociones en medios digitales como parte de un esfuerzo integral para fortalecer su transición hacia la formalidad.
  • Medición constante y transparente: El uso de herramientas como el CONEVAL y el INEGI debe continuar orientando políticas basadas en evidencia. Se requiere un monitoreo frecuente para ajustar políticas en tiempo real y evaluar su impacto.

Este estudio no señala responsables ni culpa a ningún sector social mencionado durante el desarrollo del trabajo, en contraste, como parte de la misma sociedad estudiada, quienes desarrollamos este trabajo hacemos un llamado a la conciencia social, a levantar la voz para exigir condiciones justas para todos, y a la unidad como sociedad para lograr condiciones de bienestar de forma colectiva. Es necesario que se fomente la investigación y el análisis de problemas sociales para plantear soluciones objetivas que no responsabilice a los involucrados, sino que ataquen los problemas desde las causas y de esa forma se logren objetivos de bienestar, para que nunca más se vuelvan a replicar las condiciones que crean desigualdad y que condenan a la mayoría a vivir cada día al límite de sus posibilidades de desarrollo.

“Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”

Emiliano Zapata, líder revolucionario.

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