Modelo de Frontera de la Desigualdad Económica: Una Aproximación desde el Índice de Gini y el Índice de Pobreza Multidimensional

TRIMESTRE: 25-I
MÓDULO: IX
INTEGRANTES: CARRANZA SÁNCHEZ JORGE LUIS
ROBLES DÍAZ ULISES ADELMO
DOCENTE: GABRIELA LIZETH PIMENTEL LINARES
El siguiente trabajo es realizado por alumnos de la licenciatura en economía en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, cualquier duda o aclaración mandar un correo a: economia@correo.xoc.uam.mx
Índice:
Introducción 3
Capítulo 1: Fundamentos teóricos y conceptuales sobre la desigualdad económica y el desarrollo humano
1.1 Enfoques teóricos sobre la desigualdad económica
1.2 Indicadores clave para el análisis de la desigualdad
Capítulo 2: Explicación del modelo y resultados esperados
2.1 Diseño del modelo económico
2.2 Punto de frontera de desigualdad económica
Capítulo 3: Aplicación del modelo económico para la determinación del ingreso mínimo para el desarrollo humano
3.1 Modelo aplicado en México
3.2 Modelo aplicado en Estados Unidos de América
3.3 Modelo aplicado en Costa Rica
Capítulo 4: Discusión, resultados y conclusiones
4.1 Discusión
4.2 Resultados
4.3 Conclusiones
Bibliografía
Resumen
Esta investigación presenta un modelo económico para determinar el ingreso mínimo necesario que permita a los hogares alcanzar un desarrollo humano digno. Basado en teorías de desigualdad económica, utiliza el coeficiente de Gini y el índice de pobreza multidimensional., La selección de México, Estados Unidos y Costa Rica responde a la necesidad de analizar la desigualdad en contextos económicos contrastantes dentro de la región de América: México como economía emergente con alta desigualdad; Estados Unidos, país desarrollado con amplias brechas internas; y Costa Rica, ejemplo regional de crecimiento con políticas sociales efectivas en la reducción de la desigualdad. Dejando de lado países con IPM y coeficientes de Gini altos o con economías en crisis por ambigüedades en sus datos.
Abstract:
This study presents an economic model to determine the minimum income required for households to achieve a dignified level of human development. Drawing on theories of economic inequality, it incorporates the Gini Coefficient and the Multidimensional Poverty Index. The model is applied to Mexico, the United States, and Costa Rica, offering a comprehensive view of inequality and identifying an income threshold that ensures basic well-being.
Palabras clave:
Economic inequality, minimum income, human development, Gini Coefficient, multidimensional poverty,
Introducción
La desigualdad económica es uno de los retos más importantes y difíciles que enfrenta la sociedad, si bien el crecimiento económico ha permitido avances significativos en muchas regiones del mundo, en el sistema económico actual global los beneficios de dicho crecimiento no se han distribuido de manera equitativa. Esta situación ha dado lugar a grandes brechas sociales, limitando las oportunidades de millones de personas para acceder a condiciones de vida dignas y restringiendo el desarrollo humano integral.
Este trabajo propone un modelo económico que ayude a determinar cuál es el ingreso mínimo que necesita un hogar para asegurar una buena calidad de vida. Considera factores que influyen en el bienestar, como el ingreso económico, el acceso a servicios básicos, la educación o la salud. Por eso, el modelo se basa en herramientas como el Coeficiente de Gini y el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que permiten ver la desigualdad desde diferentes ángulos.
La idea principal es crear una herramienta gráfica y analítica que combine estos indicadores para mostrar de forma más completa las desigualdades económicas. El objetivo es que este modelo sirva no solo para estudiar la distribución del ingreso, sino también para entender mejor qué condiciones mínimas se necesitan para que las personas vivan bien.
Este modelo se aplicará a tres países con realidades distintas: México, Estados Unidos y Costa Rica. Comparar estos casos permitirá ver cómo funciona el modelo en contextos diferentes y si puede adaptarse a otras regiones.
Los objetivos específicos de esta investigación son:
- Analizar la desigualdad económica desde un enfoque teórico y empírico, tomando en cuenta tanto el ingreso como otras carencias que afectan el desarrollo humano.
- Diseñar un modelo que combine el Coeficiente de Gini y el IPM para estimar el ingreso mínimo necesario para una vida digna.
- Aplicar el modelo en tres países (México, Estados Unidos y Costa Rica) para comparar sus resultados en contextos distintos.
Con esta propuesta, se espera aportar una herramienta útil para entender mejor la desigualdad económica y apoyar la toma de decisiones que promuevan un desarrollo humano más justo y equitativo.
¿Los resultados del modelo aplicado son realistas?,¿Se logra darle solución ante las críticas del índice de Gini?,¿Cuáles son las ventajas y desventajas del modelo?
Capítulo 1: Fundamentos teóricos y conceptuales sobre la desigualdad económica y el desarrollo humano
1.1 Enfoques teóricos sobre la desigualdad económica
Para comprender la magnitud y complejidad de la desigualdad económica, es necesario partir de una base teórica clara que permita analizar cómo se manifiesta y cuáles son sus causas estructurales. Diversos autores han abordado este fenómeno desde distintos enfoques, aportando visiones que, en conjunto, permiten una comprensión más profunda del problema.
Uno de los referentes más destacados en el estudio de la desigualdad contemporánea es Thomas Piketty. En su obra El capital en el siglo XXI (2013), Piketty argumenta que la desigualdad tiende a crecer cuando la tasa de retorno del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento económico (g). Esto significa que quienes ya poseen riqueza (capital) logran incrementarla más rápidamente que quienes solo tienen su trabajo como fuente de ingreso, perpetuando así una distribución desigual del ingreso. Para Piketty, esta dinámica no es accidental ni momentánea, sino una tendencia histórica que requiere de intervenciones políticas para corregirse, como impuestos progresivos o medidas redistributivas. Así, la desigualdad no solo refleja diferencias individuales, sino estructuras que favorecen la acumulación en pocas manos.
Por otro lado, el economista y filósofo Amartya Sen ofrece una visión complementaria. En lugar de centrarse exclusivamente en la distribución del ingreso, Sen propone un enfoque más amplio a través de su teoría de las “capacidades” (capabilities). Según él, la verdadera medida del desarrollo no es cuánto dinero tienen las personas, sino qué tan libres son para vivir la vida que valoran. Las capacidades representan las libertades reales que las personas tienen para lograr “funcionamientos” deseables, como estar bien alimentados, tener acceso a educación, o poder participar activamente en su comunidad. Desde este punto de vista, la desigualdad económica no solo es un problema de ingresos, sino de libertades restringidas, lo que exige políticas que amplíen las oportunidades reales para todos.
Ambas visiones coinciden en que la desigualdad no es solo una diferencia en los resultados económicos, sino un fenómeno estructural con implicaciones sociales profundas. Esta idea se refuerza en los trabajos de Castañeda y Díaz (2021), quienes introducen el concepto de ejes estructurales de la desigualdad. Estos incluyen la posición social, el territorio, el género, la edad, el color de piel, el origen étnico, la discapacidad y el estatus migratorio. Lo relevante de su planteamiento es que estos factores no actúan de manera aislada, sino que se intersecan y se potencian entre sí, afectando el desarrollo individual y colectivo. Por ejemplo, una mujer indígena en una zona rural puede enfrentar desventajas por su género, su condición étnica y su lugar de residencia al mismo tiempo, lo que reduce significativamente sus oportunidades de bienestar.
En nuestra opinión, la desigualdad económica es la distribución inequitativa de oportunidades y recursos entre individuos y grupos, determinada en gran medida por sus ingresos y acceso a bienes esenciales y factores estructurales (posición social, edad, territorio, color de piel, origen étnico, estatus migratorio, discapacidad y género), que actúan de manera simultánea, profundizando las brechas de acceso y limitando el desarrollo, la movilidad social y la productividad.
1.2 Indicadores clave para el análisis de la desigualdad
Coeficiente de Gini
El coeficiente de Gini, según el Banco Mundial, es una herramienta que se utiliza para medir qué tan desigual está distribuido el ingreso en una sociedad. Para calcularlo, se usa la llamada Curva de Lorenz, que muestra qué porcentaje del ingreso total corresponde a distintos porcentajes acumulados de la población. Es decir, nos ayuda a ver cómo se reparte el dinero entre la gente.
Esta curva se compara con una línea recta en ángulo de 45 grados, que representa una situación ideal en la que todos reciben exactamente lo mismo. A partir de esa comparación, se obtiene un número entre 0 y 1: si el valor es 0, significa que hay igualdad total (todos ganan lo mismo); si es 1, indica desigualdad absoluta (una sola persona concentra todos los ingresos y los demás no tienen nada).
En la gráfica: En el eje de las abscisas es el porcentaje de la población de hogares, en el eje de las ordenadas se encuentra la suma ponderada del ingresos de los hogares.
Gráfica 1. Índice Gini en México 2008

Fuente: Elaboración propia para la creación del modelo económico.
Críticas al Índice de Gini
Varios autores han criticado por ciertos motivos el índice de Gini, abordaremos los más importantes y del por qué utilizamos este modelo criticado en nuestro modelo
Amyarta Sen, de quien nos basamos para darle una definición propia a la desigualdad, argumenta que el índice es unidimensional, es decir que en este caso, solo se enfoca en el ingreso de los hogares, dejando a lado otras variables fundamentales de la desigualdad. Sen en su libro inequality Reexamined (1992), ha argumentado que el bienestar debe analizarse desde una perspectiva de capacidades.
Litchfield, J. A. (1999). Inequality: Methods and Tools, critica el modelo en cuanto que es ambiguo el resultado (el coeficiente de Gini) pues dos países completamente distintos pueden tener el mismo coeficiente de gini, lo cual puede interpretarse de manera errónea.
Deininger, K., & Squire, L. (1996). A New Data Set Measuring Income Inequality. Critican al modelo de Gini por qué no dice nada sobre los niveles absolutos de pobreza ni sobre cuánto ingreso tiene una persona. Un país puede tener un Gini más bajo, pero también una pobreza más severa si el ingreso total es bajo.
En posteriores capítulos argumentamos el por que al menos estas críticas podemos darle una solución y enriquecer el índice de Gini.
Índice de pobreza multidimensional
El IPM fue desarrollado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa de Oxford sobre Pobreza y Desarrollo Humano (OPHI). A diferencia del enfoque puramente monetario, este índice permite observar la pobreza desde un enfoque más amplio y realista. Evalúa diversas carencias que afectan simultáneamente a los hogares, agrupadas en tres dimensiones fundamentales:
- Salud: nutrición y mortalidad infantil.
- Educación: años de escolaridad y asistencia escolar.
- Condiciones de vida: acceso a agua, electricidad, vivienda, combustible para cocinar, entre otros.
Cada una de estas dimensiones se compone de varios indicadores que permiten detectar de manera más precisa quiénes viven en condiciones de pobreza, y por qué razones. El IPM aporta una mirada más humana y contextual, mostrando que no solo es pobre quien gana poco, sino también quien carece de servicios básicos esenciales para su desarrollo.
En el presente modelo se optó por utilizar el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) en lugar del Índice de Desarrollo Humano (IDH) debido a su mayor capacidad para identificar carencias estructurales específicas a nivel de hogar. A diferencia del IDH, que proporciona un promedio nacional de logros en salud, educación e ingreso, el IPM permite desagregar la pobreza por individuo, decil o territorio, y detectar quién sufre múltiples privaciones simultáneamente. Esta característica es fundamental para el enfoque del modelo, que busca estimar un umbral de ingreso mínimo vinculado a la superación de dichas privaciones. El IDH, por su naturaleza agregada y su insensibilidad a la distribución interna, no permite analizar intersecciones entre carencias y distribución del ingreso, ni puede aplicarse operativamente al nivel de detalle requerido por este modelo. Por ello, se considera que el IPM ofrece un marco más robusto y adecuado para representar la pobreza estructural dentro de un sistema económico desigual.
La combinación del Coeficiente de Gini y el IPM permite construir un modelo más completo para analizar la desigualdad económica. Mientras el Gini muestra cómo se reparte el ingreso, el IPM señala qué tan lejos están las personas de alcanzar condiciones de vida dignas. Juntos, estos indicadores ofrecen una base sólida para el modelo económico que se propone en esta investigación.
Capítulo 2: Explicación del modelo y resultados esperados
Después de revisar los enfoques teóricos sobre la desigualdad económica y los indicadores clave que la miden, este capítulo se enfoca en el diseño de un modelo económico que permita estimar el ingreso mínimo necesario para que los hogares puedan alcanzar un nivel de desarrollo humano digno. Este modelo no solo toma en cuenta el ingreso monetario, sino también las múltiples carencias que enfrentan los hogares, integrando así una perspectiva multidimensional de la pobreza.
El objetivo es construir una herramienta que combine el Coeficiente de Gini y el Índice dePobreza Multidimensional (IPM) para representar gráficamente y de manera analítica las desigualdades dentro de una economía. A partir de esta representación, se podrá identificar un umbral de ingreso mínimo que funcione como punto de referencia para políticas sociales más efectivas.
2.1 Diseño del modelo económico
El modelo propuesto integra dos enfoques clave para medir la desigualdad y la pobreza en una sociedad: la distribución del ingreso y las privaciones estructurales. Esta combinación busca ofrecer una visión más completa de las condiciones económicas de los hogares, superando la mirada tradicional centrada únicamente en el ingreso.
El modelo se basa en una integración de dos enfoques:
- Distribución del ingreso (Gini): Permite observar cómo se reparte el ingreso dentro de la población, y qué tan alejado está un hogar promedio del ingreso promedio nacional.
- Privaciones estructurales (IPM): Ayuda a identificar qué dimensiones del bienestar están ausentes en los hogares pobres, más allá del ingreso.
Usando el gráfico del índice de Gini junto con todas sus características se le añade lo siguiente:
- Línea del porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional.
- Punto de frontera de desigualdad económica: La intersección de la curva de Lorenz y la recta del IPM.
- Línea de frontera de desigualdad económica: Esta línea señala el porcentaje de ingreso que concentra la población en situación de pobreza multidimensional. Los ingresos por debajo de esta línea representan un déficit estructural: niveles que no permiten a los hogares alcanzar un desarrollo humano digno.
- Recta de igualdad perfecta: Todos los posibles puntos donde la población y el ingreso de los hogares son el mismo porcentaje.
Gráfica 2. El modelo de Frontera de desigualdad económica.

Fuente: Elaboración propia para la creación del modelo económico
2.2 Punto de frontera de desigualdad económica
Este punto de intersección entre el IPM y el ingreso esperado por la curva de lorenz se mide de la siguiente forma
PFDE=(%IPM, %IPFDE)
Donde:
- PFDE: Punto Frontera de Desigualdad Económica
- %IPM:Porcentaje del Índice de Pobreza Multidimensional
- %IPFDE: Porcentaje de ingreso correspondiente al punto de frontera
A este punto de intersección se le denomina Frontera de Desigualdad Económica (PFDE), ya que representa el límite entre una sociedad que avanza hacia la equidad y otra que aún depende del ingreso como única vía para superar condiciones de vida precarias.
Esta expresión cuantifica la distancia entre el nivel actual de desigualdad estructural y la igualdad perfecta. Permite analizar de forma cualitativa y comparativa el avance o retroceso en términos de equidad económica.
Como paso final, se propone recolectar los valores de PFDE a lo largo del tiempo y representarlos mediante un gráfico de dispersión. Esta representación permitirá observar el desplazamiento de la frontera y analizar su evolución, con relación a dos escenarios teóricos de igualdad perfecta:
▪ Frontera nula
Corresponde al punto (0,0) en la gráfica, donde no existe población en situación de pobreza multidimensional. En este escenario ideal, tampoco es necesaria una frontera de ingreso mínimo, ya que todas las personas gozan de condiciones de vida adecuadas.
Cualquier desplazamiento de los valores de PFDE hacia la izquierda del punto inicial indica un acercamiento a este escenario.
▪ Frontera absoluta
Representa el caso extremo en el que el 100% de la población se encuentra en situación de pobreza multidimensional. En este escenario, la suma de los ingresos de todos los hogares coincide con el valor del PFDE y con la línea de igualdad perfecta.
Aunque es un caso hipotético, refleja una realidad cercana en contextos de alta desigualdad. El principal problema de este escenario es que no se puede establecer un ingreso mínimo claro para el desarrollo, ya que los recursos disponibles en la comunidad son insuficientes para garantizar condiciones dignas.
Gráfica 3. Frontera de desigualdad económica

La distancia a la igualdad perfecta se determina de la siguiente forma:
Igualdad perfecta = %IPM-%IPFDE
La distancia nos permitirá hacer análisis comparativos a través del tiempo.
Esta perspectiva permite analizar el comportamiento de la desigualdad de manera dinámica y cuantitativa, evaluando si las políticas sociales o económicas logran reducir la pobreza estructural o si, por el contrario, refuerzan las brechas existentes.
Capítulo 3: Aplicación del modelo económico para la determinación del ingreso mínimo para el desarrollo humano
Para evaluar la aplicabilidad y la utilidad del modelo, se seleccionaron tres países con características económicas y sociales contrastantes:
- México, una economía emergente que ha experimentado crecimiento en años recientes, pero que mantiene niveles altos de desigualdad.
- Estados Unidos, como referencia de una economía desarrollada con altos niveles de ingreso, aunque también con profundas desigualdades económicas.
- Costa Rica, un país latinoamericano que, aunque más pequeño, ha logrado combinar crecimiento económico con políticas sociales que reducen la desigualdad.
El trabajo a elaborar será hacer una serie de gráficas de un transcurso de 12 años, ajustando precios al 2022 y generar una gráfica de dispersión para conocer cómo se manifiestan estos puntos. Se desearía hacer por un periodo más prolongado pero las primeras mediciones del IPM globales son desde 2010, por lo cuál no se podrá hacer comparaciones de las crisis económicas del 2008 y del 2020-2022 para determinar algún comportamiento similar entre ambas crisis recientes.
3.1 Modelo aplicado en México
México, como una de las principales economías emergentes de América Latina, presenta una contradicción entre crecimiento económico sostenido y altos niveles de desigualdad. En las últimas dos décadas, el país ha experimentado un avance significativo en términos de desarrollo industrial, comercio internacional (gracias a tratados como el T-MEC) y expansión de su clase media. Sin embargo, estos avances no han garantizado una mejora equitativa en la distribución del ingreso.
Cabe destacar que México ha sido pionero en la medición del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) a nivel nacional y subnacional, lo cual permite un seguimiento más detallado de las condiciones de vida. Para este análisis, se emplearon los datos correspondientes al IPM nacional, actualizados periódicamente por el CONEVAL cada dos años. Asimismo, se incorporaron los registros del Índice de Gini, extraídos del INEGI. Es importante señalar que los datos sobre ingresos de los hogares provienen de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), la cual es elaborada por el INEGI con periodicidad trimestral.
Gráfica 4. Evolución de los puntos de frontera de desigualdad económica en México

Fuente: Elaboración propia con Datos del ENIGH
En 2008, la crisis financiera global tuvo un impacto profundo en la economía mexicana. La contracción del empleo formal, la caída de las exportaciones y la disminución de las remesas afectaron principalmente a los hogares de menores ingresos (Banco de México, 2009; CONEVAL, 2009). Como resultado, el PFDE (Punto de Frontera de Desigualdad Económica) se ubicó en una zona de pobreza multidimensional elevada (≈0.44), con un ingreso mínimo necesario para una vida digna (IMNVD) estimado en 16,000 pesos mensuales (0.16 en el eje Y). Este punto refleja una vulnerabilidad estructural derivada de la crisis financiera global.
Para 2010, pese a una recuperación económica parcial, el nivel de pobreza multidimensional se mantuvo alto (≈0.46) y el IMNVD ascendió a aproximadamente 18,200 pesos mensuales (0.182 en el eje Y). Esta dinámica fue resultado de una recuperación asimétrica que favoreció más a los sectores exportadores y financieros que a los trabajadores de ingresos bajos y medios. La política de austeridad fiscal adoptada en estos años profundizó las carencias sociales y limitó la capacidad del gasto público para corregir las desigualdades (OCDE, 2011).
En 2012, con la continuidad de políticas de apertura económica y una débil recuperación del mercado interno, el PFDE se mantuvo aún en niveles críticos (IPM ≈0.45). El IMNVD presentó una mejora respecto a 2010, estimándose en aproximadamente 11,200 pesos mensuales (0.112 en el eje Y), lo que sugiere que, aunque hubo un pequeño alivio en el ingreso de las familias, este fue insuficiente para disminuir las brechas de pobreza.
En 2014, tras las reformas estructurales impulsadas por el “Pacto por México” (reformas energética, fiscal, educativa y laboral), se observó un deterioro importante. El IPM alcanzó nuevamente niveles elevados (≈0.46) y el IMNVD se elevó a casi 19,000 pesos mensuales (0.19 en el eje Y), reflejando un encarecimiento del acceso a una vida digna. La flexibilización laboral, el aumento de impuestos y los ajustes en subsidios sociales impactaron negativamente en la población trabajadora.
Para 2016, la situación presentó una mejora relativa. El IPM disminuyó levemente (≈0.435), mientras que el IMNVD descendió a cerca de 13,900 pesos mensuales (0.139 en el eje Y). Esta mejora se asoció a un periodo de estabilidad macroeconómica, control de la inflación y cierta recuperación del empleo formal, aunque este crecimiento siguió concentrándose en empleos de baja calidad y escasa protección social (INEGI, 2017).
En 2018, a pesar de un cambio de gobierno y nuevas expectativas de política social, el PFDE se ubicó en un punto donde el IPM era de ≈0.42, pero el IMNVD volvió a incrementarse hasta 17,000 pesos mensuales (0.17 en el eje Y). La desigualdad acumulada y la precarización laboral heredada de políticas implementadas anteriormente condicionaron los resultados. Aunque los nuevos programas de transferencias directas ya comenzaban a implementarse, sus efectos aún no se reflejaban completamente en los indicadores de pobreza y desigualdad.
El año 2020 marcó un retroceso severo debido a la pandemia de COVID-19. El IPM aumentó nuevamente (≈0.43) y el IMNVD subió a aproximadamente 17,700 pesos mensuales (0.177 en el eje Y). La crisis sanitaria y económica provocó la pérdida masiva de empleos, la disminución de ingresos laborales y afectaciones graves en los servicios de salud y educación, incrementando así las carencias multidimensionales en amplios sectores de la población. Finalmente, en 2022, se observa un cambio de tendencia positivo. El PFDE se ubicó en su mejor nivel dentro del periodo analizado, con un IPM de ≈0.365 y un IMNVD estimado en 13,800 pesos mensuales (0.138 en el eje Y). Esta mejora refleja los efectos combinados de varios factores: el incremento del salario mínimo, la recuperación del empleo post-pandemia, y la consolidación de programas sociales orientados a los grupos más vulnerables aunque estos últimos pueden ser ineficientes e insostenibles a largo plazo. Además, una política económica más enfocada en el mercado interno y el aumento de transferencias directas contribuyeron a reducir tanto la pobreza multidimensional como las necesidades de ingreso para alcanzar una vida digna.
Tabla 1. Factores que pudieron influenciar la trayectoria del los PFDE en México

Fuente: Elaboración propia con datos INEGI, CONEVAL, OCDE, 2020.
3.2 Modelo aplicado en Estados Unidos de América
Con los datos recolectados del Census Bureau sobre sus encuestas e investigación de los ingresos de los hogares y de IPM respectivamente, los datos de sus ingresos son anuales y todos son con precios del 2023 de este país
Gráfica 5. Evolución de los puntos de frontera de desigualdad económica en E.U.A

Fuente: Elaboración propia con datos del Census Bureau
En 2008, Estados Unidos enfrentó una de sus peores crisis económicas desde la Gran Depresión, la crisis financiera de las hipotecas subprime. Esta situación provocó una recesión severa, afectando el mercado laboral, la disponibilidad de crédito y el acceso a vivienda, Como resultado, el PFDE (Punto de Frontera de Desigualdad Económica) se ubicó en una zona alta del Índice de Pobreza Multidimensional (≈0.20), con un Ingreso Mínimo Necesario para una Vida Digna (IMNVD) de aproximadamente 4,550 dólares mensuales (0.0455 en el eje Y)1. Este punto evidencia el impacto estructural que tuvo la crisis sobre las poblaciones vulnerables.
En 2010, a pesar de los esfuerzos del gobierno para reactivar la economía mediante políticas de estímulo fiscal (American Recovery and Reinvestment Act), el IPM continuó aumentando ligeramente (≈0.21) y el IMNVD alcanzó cerca de 4,750 dólares mensuales (0.0475 en el eje Y). Esto refleja una recuperación lenta y desigual, donde los estratos más bajos continuaron sufriendo pérdidas de empleo y de activos, en contraste con la recuperación de los sectores financieros (US Census Bureau, 2011).
Para 2012, se percibió una mejora en el PFDE, con una disminución del IPM (≈0.203) y un IMNVD apenas inferior a 4,600 dólares mensuales (0.046). Este comportamiento se asocia al inicio de una recuperación económica más sostenida, impulsada por la política monetaria expansiva (programas de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal) y por una ligera mejora en el empleo formal (Bureau of Labor Statistics, 2013).
En 2014, en un contexto de fortalecimiento del mercado laboral y crecimiento del PIB, el IPM se redujo de manera más clara (≈0.185), al igual que el IMNVD que bajó a alrededor de 3,900 dólares mensuales (0.039). Las reformas de salud (Affordable Care Act) y la expansión de programas de asistencia social contribuyeron a mejorar el acceso a servicios básicos, reduciendo las carencias multidimensionales (US Department of Health and Human Services, 2015).
Para 2016, se consolidó esta tendencia de mejora, el PFDE reflejó una disminución en el IPM (≈0.17) y el IMNVD descendió a cerca de 3,300 dólares mensuales (0.033). Esta mejora fue resultado de un crecimiento económico continuo, reducción del desempleo a mínimos históricos y aumento de los ingresos reales en hogares de bajos recursos (Bureau of Economic Analysis, 2017).
En 2018, sin embargo, el ritmo de mejora se desaceleró, el IPM cayó marginalmente (≈0.155) y el IMNVD se estabilizó en alrededor de 3,000 dólares mensuales (0.03). Las tensiones comerciales internacionales como la guerra comercial con China y la eliminación de ciertas políticas sociales federales afectaron principalmente a grupos minoritarios y trabajadores con bajos ingresos. En 2020, la pandemia de COVID-19 provocó un retroceso significativo en la dinámica social y económica. A pesar de los paquetes de estímulo masivo (CARES Act), el IPM mostró niveles elevados (≈0.15) y el IMNVD apenas bajó a 2,900 dólares mensuales (0.029). La pérdida masiva de empleos, especialmente en servicios y comercio minorista, incrementó la precariedad de los hogares más vulnerables, aunque los apoyos de emergencia evitaron un deterioro mayor del índice de pobreza multidimensional.
Tabla 2. Factores que pudieran influir la trayectoria del los PFDE en E.U.A

Fuente: Elaboración propia con datos
3.3 Modelo aplicado en Costa Rica
Gráfica 6. Evolución de los puntos de frontera de desigualdad económica en Costa Rica

Fuente: Elaboración propia con datos de INEC
En 2010, Costa Rica atravesaba un periodo de crecimiento económico moderado, impulsado principalmente por los sectores de servicios y exportaciones. Sin embargo, la persistente desigualdad social y la concentración de oportunidades en áreas urbanas provocaron que el Punto de Frontera de Desigualdad Económica (PFDE) se ubicara en una zona de alta pobreza multidimensional (j≈0.26), con un Ingreso Mínimo Necesario para una Vida Digna (IMNVD) estimado en aproximadamente 700,000 colones mensuales (equivalente a 0.07 en el eje Y). Este dato revela una brecha estructural entre el crecimiento económico y la inclusión social efectiva.
Para 2012 y 2014, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) disminuyó ligeramente, pasando de ≈0.24 a ≈0.22. A pesar de estas mejoras marginales, el IMNVD se mantuvo elevado, indicando que las políticas sociales implementadas en esos años no lograron reducir de forma sustancial la necesidad de ingresos mínimos para superar carencias básicas.
En 2016, el PFDE mostró una reducción en el IPM (≈0.20) y una baja considerable en el IMNVD (≈0.04, equivalente a unos 400,000 colones mensuales). Este comportamiento sugiere que, aunque se mantuvieron los retos estructurales, hubo una disminución en la presión económica sobre los hogares más vulnerables, probablemente como resultado de programas sociales focalizados, aunque acompañados de un creciente déficit fiscal.
Durante 2018, se registró un leve incremento en el IPM (≈0.18) y en el IMNVD (≈0.05), lo cual puede atribuirse a las tensiones fiscales acumuladas y a una desaceleración económica global que afectó las exportaciones costarricenses. El contexto político estuvo marcado por reformas tributarias que generaron tensiones sociales.
En 2020, el impacto de la pandemia de COVID-19 provocó una contracción económica sin precedentes. Sin embargo, el IPM descendió a ≈0.16 y el IMNVD cayó a ≈0.03 (equivalente a unos 300,000 colones mensuales), reflejando el efecto positivo de las transferencias sociales de emergencia y subsidios directos a los hogares más afectados.
Finalmente, en 2022, Costa Rica mostró su mejor desempeño en el periodo analizado: el IPM bajó hasta ≈0.12 y el IMNVD alcanzó su nivel más bajo (≈0.025, cerca de 250,000 colones mensuales). Esta mejoría se explica por una recuperación económica moderada, un repunte del turismo internacional y la continuidad de programas sociales focalizados.
Tabla 3. Factores que pudieron influenciar la trayectoria del los PFDE en Costa Rica

Fuente: Elaboración propia con datos de INEC
3.4 Los tres países juntos
Gráfica 3.4 Dispersión del PFDE en EUA-MÉX-CR

Fuente: Elaboración propia con datos de Census Bureau, INEGI e INEC
La comparación entre los tres países analizados (México, Estados Unidos y Costa Rica) permite observar patrones y divergencias relevantes en la evolución de la desigualdad económica desde una perspectiva multidimensional. El modelo de frontera de desigualdad económica revela cómo distintos niveles de desarrollo económico, institucionalidad y políticas sociales inciden en la capacidad de los hogares para alcanzar condiciones de vida dignas.
A lo largo de los doce años analizados (2010-2022), se identifican algunas tendencias generales:
- Estados Unidos mostró una relativa estabilidad en el IPM y el ingreso mínimo necesario, aunque sin lograr erradicar la pobreza estructural en amplios sectores. Su alto nivel de ingreso no siempre se traduce en equidad estructural.
- Costa Rica tuvo una mejora sostenida en el PFDE, lo cual puede atribuirse a una combinación de crecimiento económico moderado y continuidad en sus programas sociales. Fue el país que más se acercó a la “frontera nula”, lo que indica mayor equidad estructural.
- México evidenció una alta sensibilidad del modelo frente a choques económicos, con fluctuaciones marcadas en el IPM y en el ingreso mínimo necesario. Aunque se registraron avances recientes, persisten desigualdades estructurales significativas.
Gráficamente, los puntos de frontera de desigualdad económica para los tres países reflejan una dispersión notoria: Estados Unidos mantiene niveles bajos de IPM pero con una desigualdad de ingreso relativamente alta; México tiene altos niveles en ambos indicadores, y Costa Rica se posiciona como un caso intermedio en términos de ingreso pero más exitoso en la reducción de carencias estructurales.
Esta comparación evidencia que la desigualdad económica no depende únicamente del tamaño de la economía o del PIB per cápita, sino de la voluntad política y de la eficacia de los mecanismos de redistribución y protección social.
Capítulo 4: Discusión, resultados y conclusiones
4.1 Discusión
El modelo de frontera de la desigualdad económica ha permitido observar, desde una perspectiva integrada, la relación entre la distribución del ingreso y las carencias estructurales que condicionan el desarrollo humano digno. A través de la aplicación del modelo en tres países con contextos contrastantes (México, Estados Unidos y Costa Rica), se pudo evidenciar que la desigualdad económica no es un fenómeno uniforme ni lineal, sino que responde a dinámicas históricas, políticas y sociales propias de cada nación.
En el caso de México, los resultados mostraron una alta sensibilidad del modelo ante los cambios económicos y sociales. El PFDE tuvo variaciones importantes, reflejando el impacto de crisis como la de 2008 y la pandemia de COVID-19, pero también mostrando mejoras recientes asociadas al aumento del salario mínimo y la implementación de programas sociales. En Estados Unidos, a pesar de tener un ingreso per cápita alto, se evidenció una persistencia de la pobreza estructural en sectores vulnerables. Costa Rica, por su parte, demostró una trayectoria más favorable, con una reducción sostenida del IPM y del IMNVD, lo que sugiere la efectividad de sus políticas sociales.
Una de las contribuciones centrales del modelo es su capacidad para integrar el Coeficiente de Gini y el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), dos indicadores que, por separado, ofrecen visiones parciales de la desigualdad. Al articularlos en una herramienta gráfica y analítica, se responde a las críticas clásicas del Gini, como su unidimensionalidad y su ambigüedad interpretativa. El modelo permite no sólo observar cómo se distribuye el ingreso, sino también cuánto ingreso se requiere para superar las carencias estructurales.
No obstante, el modelo también presenta limitaciones. Su eficacia depende de la disponibilidad y calidad de los datos oficiales, lo cual puede restringir su aplicación en países con menor capacidad estadística. Además, el modelo no incorpora dimensiones cualitativas del bienestar, como la percepción de seguridad o la participación ciudadana, que también forman parte del desarrollo humano.
4.2 Resultados
- El modelo permite estimar un ingreso mínimo necesario para el desarrollo digno (IMNVD), considerando carencias en salud, educación y servicios básicos, además del ingreso monetario.
- En México, el PFDE reflejó una desigualdad estructural crónica, sensible a las crisis y a las reformas económicas. El IMNVD osciló entre 11,200 y 19,000 pesos mensuales.
- En Estados Unidos, se evidenció estabilidad relativa en el IMNVD, pero con una persistente pobreza estructural en ciertos grupos sociales. El ingreso mínimo necesario se mantuvo en torno a los 3,000 a 4,750 dólares mensuales.
- Costa Rica mostró una mejora sostenida del PFDE, con una reducción significativa del IPM y del IMNVD, que llegó a ser de 250,000 colones mensuales en 2022.
- El modelo confirmó que las políticas sociales sostenidas, inclusivas y focalizadas contribuyen a mejorar la equidad económica y reducir las necesidades de ingreso para una vida digna.
4.3 Conclusiones
El modelo de frontera de la desigualdad económica representa una herramienta útil para la evaluación de la equidad económica desde una perspectiva multidimensional. Su principal virtud radica en la integración de indicadores complementarios (Gini e IPM), permitiendo una lectura más completa de los retos del desarrollo humano.
Los resultados obtenidos en los tres países analizados confirman que el modelo es adaptable y sensible a las particularidades económicas de cada contexto. Además, su capacidad para identificar el ingreso mínimo necesario para superar la pobreza estructural lo convierte en una herramienta valiosa para la formulación de políticas sociales.
Con este nuevo enfoque en el Índice de Gini podemos solucionar algunos problemas a traves de las criticas del modelo, como la agregación del IPM para que deje de ser unidimensional, valores reales del ingreso de los hogares y si se llega a analizar el caso; la separación de la igualdad de Ginis en regiones completamente diferentes.
Se concluye que la desigualdad económica no puede ser comprendida ni combatida sólo desde la perspectiva del ingreso. Es necesario incorporar enfoques más amplios que consideren las capacidades y carencias estructurales de los hogares. El modelo propuesto constituye un paso en esa dirección, y se recomienda su aplicación en otras regiones del mundo, así como su perfeccionamiento en la precisión de los datos, en lugar de usar deciles se recomienda que al menos se usen percentiles en diez mil datos para que den el ingreso exacto al momento de hacer la intersección y la determinación del PFDE, así como se recomienda a los organismos encargados de determinar el IPM y el Índice de Gini, dar los resultados conjuntos y que sean de fácil acceso para el investigador.
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Nuestra cita: Robles, U., & Carranza, J. (s/f). Modelo de la frontera de la desigualdad económica: Una herramienta para estimar umbrales de ingreso mínimo y analizar el desplazamiento de la pobreza multidimensional. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.